07 Feb El vergonzoso y el desvorgozado
Quizás la peor vergüenza sea la de sentirse minúsculo, aceptar como inevitable la desconfianza habitual en uno mismo. Y el vergonzoso prefiere sentirse protegido de sí mismo, de lo que no sea digno de mostrar a los demás, aunque el precio sea tan alto como el de ser irrelevante. También ser vergonzoso es ser demasiado sensible emocionalmente, demasiado consciente, demasiado suspicaz, impresionable o delicado. Como decía Leonardo Da Vinci, donde hay más sensibilidad allí es más fuerte el martirio. El vergonzoso no deja pasar nada que le pueda herir, porque todo es susceptible de herirle y entonces por evitar ser naturalmente vulnerable prefiere ser artificialmente duro o apático. Tiene que mostrar una fachada exterior que esconda la amenazante intimidad interior que tanto se afana en proteger. El vergonzoso es un evitador profesional, un experto en esquivar y disimular. Decía Oscar Wilde que los libros que llamamos inmorales son aquellos que muestran nuestras vergüenzas. Está la vergüenza de la intimidad, el miedo a mostrarse tal y como es uno, y está la vergüenza de la indignidad, la...