Un buen amo

Como todo buen timo, la idea de un “buen amo” empieza como algo demasiado atractivo para ser verdad pero que se aprovecha de la debilidad de las víctimas para ser aceptado como real. La fantasía cautivadora es la imagen de alguien con el poder y el interés en ti suficientes para cambiar tus circunstancias de forma trascendental y liviana a la vez. La particularidad de este engaño, es que las víctimas son ambos, los dos participantes del fraude: quien desea un amo y quien desea ser amo.

Porque se engaña quien crea que otro va a llevar la carga que le pertenece principalmente a él mismo. Porque la autoestima no se delega, la responsabilidad de la propia vida es inherente a uno mismo y no hay magos, titanes o superhombres que le salven de los grandes miedos que todos tenemos: la incertidumbre, la soledad y el dolor. Puntualmente se puede obedecer y acatar de forma entusiasta, se puede uno quedar deslumbrado y hechizado por un nuevo amo, pero sigue siendo el mismo timo de siempre: nuevo dueño, misma dependencia. Y el cautiverio es el precio de tener un dueño.

Y también se engaña quien se crea el “líder” que otro necesita, una especie de héroe o salvador que socorre a su seguidor. A cambio, éste le reconoce un halo de infalibilidad y majestad que tarde o temprano se rompe, porque no existe dicho poder, generando rabia hacia el propio líder. Es la cuenta atrás inmisericorde hacia el desencanto con el amo. La historia está repleta de “salvadores” que fueron atacados por aquellos mismos que creyó “salvar». Es más fácil ser amo de otro que el dueño de sí mismo. Y los dueños son la otra cara de los esclavos.

Es más fácil dar órdenes que sintonizar. Es más adictivo, y por tanto más peligroso, el poder que la autoridad. Las relaciones adultas generan puentes y no servidumbres, donde al líder no le importa tanto ser popular como ser eficaz, donde no quiere crear seguidores sino fomentar personas responsables de sí mismas, por lo que habla claro, permite que se le cuestione y comete errores. Y quien quiere ser guiado, busca crecer y no depender. Las relaciones sanas se dan en un plano de corresponsabilidad, donde líder y seguidor confían en el otro pero cada uno se encarga de hacer su parte. Por eso, las personas adultas, autónomas y maduras son las únicas con la capacidad de ser líderes y seguidores de otros a la vez.

ESCÚCHALO AQUÍ:

«Que no sea de otro quien puede ser dueño de sí mismo»

Paracelso

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.