SOÑAMOS

Nuestro cerebro nunca está inactivo, ni tan solo cuando dormimos. Dormir no es “apagar el cerebro”. Todo lo contrario, dormir es un proceso complejo: Consiste en varias fases diferentes, depende de múltiples sistemas del cerebro, e implica numerosas hormonas y neurotransmisores. Una de las actividades más comunes que desarrolla el cerebro, y una de las más intrigantes, es la generación de los sueños.

Seguramente hayamos oído decir que soñamos durante la fase REM, la fase de los movimientos oculares rápidos. Es cierto que soñamos más durante la fase REM que durante las otras fases, y que recordamos mejor los sueños si nos despertamos durante el sueño REM que durante el sueño no REM. Pero esto último parece deberse a que el cerebro está más activo durante el REM y, por lo tanto, está en mejores condiciones de identificar el contenido del sueño y procesarlo. Pero lo cierto es que durante todas las fases del sueño tienen lugar distintos tipos de actividad mental:

  1. Durante el adormecimiento no son infrecuentes las alucinaciones hipnagógicas. Son imágenes, sonidos o sensaciones desconectadas, sin un escenario ni narración, que podemos sentir al quedarnos dormidos.
  2. Durante las fases 3 y 4 se pueden producir ideación reflexiva. Son razonamientos o reflexiones que son similares a los pensamientos diurnos, y pueden versar sobre acontecimientos pasados o planes futuros.
  3. Preferentemente, pero no sólo, durante la fase REM se producen los sueños típicos, con imágenes visuales, una trama argumental que puede ser más o menos realista, que suele implicar al durmiente y conllevar cierto grado de activación emocional.
  4. Durante la fase REM, pero también durante la fase 2, se pueden producir sueños lúcidos. Son sueños en los que la persona tiene la conciencia de estar soñando, y en los que incluso puede dirigir su desarrollo.
  5. Durante la fase REM se pueden dar pesadillas, especialmente hacia la segunda mitad de la noche. Son sueños típicos, con argumento y contenido visual, que transcurren con un elevado grado de ansiedad.
  6. Durante las fases 3 y 4 del sueño se pueden producir terrores nocturnos. Son episodios breves de pánico y desorientación temporal y espacial que ocasionalmente pueden ir acompañados de contenido mental pobre, como una idea o una imagen. Suelen suceder en la primera mitad de la noche.
  7. Durante el despertar pueden ocurrir alucinaciones hipnopómpicas, que pueden consistir en imágenes tan elaboradas como las de los sueños típicos.

Todos estos tipos de actividad mental son normales y bastante comunes, y vienen a demostrar dos cosas: que durante el sueño el cerebro está activo, y que no hay una barrera hermética entre el sueño y la vigilia: en ocasiones esa actividad durante el sueño se entremezcla con la actividad durante la vigilia, como en el caso de las alucinaciones al acostarnos y al despertar.

De esta actividad mental durante el sueño, destacan los sueños: pensamientos e imágenes, a veces también sonidos o sensaciones físicas, con una trama narrativa estructurada, y a menudo protagonizada por uno mismo. Los sueños que tenemos durante la primera parte de la noche suelen ser los más simples, y los más elaborados suelen ser los que tenemos durante la última parte de la noche. El aspecto emocional de los sueños, y su contenido, está, está muy ligado a las emociones experimentadas durante la vigilia. Durante el sueño vuelven a aparecer los temas emocionales que experimentamos durante el día: una buena noticia, una sorpresa agradable, una duda angustiosa, un momento de rabia, etc. Es más probable tener sueños agradables cuando durante el día nos encontramos a gusto, y tener sueños angustiosos cuando durante el día nos encontramos ansiosos.

Durante los sueños, aumenta la actividad del cerebro en cuatro regiones, fundamentalmente: (1) La corteza occipital, donde tiene lugar el procesamiento visual, y que sería responsable del componente imaginativo visual y espacial de los sueños; (2) La corteza motora, que orquesta los movimientos y el mantenimiento del equilibro, que sería responsable de la imaginación de nuestros movimientos durante el sueño; (3) El hipocampo, la sede de nuestra memoria autobiográfica, que sería responsable del aspecto auto-referencial de los sueños; (4) La amígdala y la corteza cingulada, centros emocionales del cerebro, que serían responsables del componente emocional de los sueños. Y durante el sueño se reduce la actividad de la corteza prefrontal, encargada del razonamiento y la toma de decisiones durante la vigilia. Esta combinación de actividad cerebral visual, motora, de memoria y de emoción hace que en los sueños nos movamos por espacios imaginados pero relacionados con nuestra vida, reviviendo y re-experimentando emociones vinculadas con nuestra experiencia diurna.

» Al principio, los sueños parecen imposibles, luego improbables y eventualmente inevitables «

Christopher Reeve

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