
11 Abr Practicar hábitos para afrontar situaciones difíciles
Esta época de confinamiento nos ha cambiado de manera sustancial el ritmo de vida. Muchos hemos dejado de salir para trabajar, para ver a nuestros familiares y amigos, para hacer unas compras, para hacer deporte, o para dar un paseo si nos apetece. Como muy bien explicaba Miguel Ángel hace dos semanas en este mismo blog, es fundamental seguir pautas para cuidarse física y psicológicamente mientras dure el confinamiento. Pero los resultados beneficiosos de esas pautas no se limitan a la duración del confinamiento. Cuanto más pongamos en práctica esas pautas, más probable es que se conviertan en hábitos, en buenos hábitos de autoestima.
El escritor James Joyce recomendaba otro muy buen hábito: vivir la vida de tal manera que, al mirar atrás con la edad, podamos decir que hemos elegido con consciencia quien queremos ser, y que con nuestras decisiones y acciones nos hemos acercado a la persona que quisimos ser, que no nos hemos sometido a las circunstancias ni las expectativas de los demás. Será un buen ejercicio decidir el tipo de persona que queremos ser mientras dure la pandemia y mientras duren sus consecuencias posteriores, de tal manera que, cuando miremos atrás, podamos sentirnos orgullosos de las decisiones que tomamos y de la forma en la que afrontamos estos momentos.
¿Pero cómo podemos decidir cómo ser en estos momentos? ¿Cómo poner en práctica esta recomendación? Un punto de partida podría ser la corriente filosófica llamada estoicismo. Un aspecto fundamental del estoicismo es el desarrollo personal de herramientas para lidiar tan efectivamente como sea humanamente posible con situaciones difíciles o conflictivas. En su libro Cómo ser un Estoico, Massimo Pigliucci nos ofrece una serie de ejercicios, basados en esta corriente filosófica. He seleccionado los que creo que mejor se adaptan a las circunstancias en las que estamos:
Examinemos nuestras impresiones. Ante eventos o situaciones adversas, tratemos de no reaccionar de manera impulsiva y de no dejarnos arrastrar por las emociones. Tratemos de dar un paso atrás, demos espacio para deliberar, y preguntemos ¿está bajo mi control lo que sucede? ¿hay algo que pueda hacer? No tiene sentido indignarse, airarse, arrepentirse, o preocuparse por cosas que escapan a nuestro control, por situaciones en las que no podemos hacer nada. Del pasado no podemos cambiar nada, pero podemos aprender mucho.
Recordemos lo efímero que es lo que nos rodea. Deberíamos recordarnos constantemente de lo maravilloso que es tener a nuestro alrededor a personas a las que amamos y cosas que nos deleitan, nos entretienen o nos dan placer. Las tenemos a nuestro alcance aquí y ahora. El momento para apreciarlas y valorarlas es el presente. Es imposible saber si las tendremos en un futuro. No convirtamos la oportunidad actual de demostrar amor o aprecio en un futuro arrepentimiento de haber perdido esta oportunidad.
Aunque todo salga mal, sigamos queriéndonos. Recordemos que en ocasiones, por mucho que nos preparemos, las cosas no saldrán como esperamos o como deseamos: la comida se nos quema, no tienen el producto que buscamos en el supermercado, nuestra pareja olvida nuestro aniversario, etc. Ante este tipo de circunstancias, es más importante que nunca hacer balance: ¿qué importa más, que esto no haya salido bien, o nuestra felicidad? No hay mejor ocasión para demostrarnos amor a nosotros mismos que cuando nos sale algo mal, cuando fracasamos, o cuando se va un plan al traste. Mostrar que nos queremos en esos momentos demuestra que nos queremos incondicionalmente.
¿Cómo usar nuestras virtudes aquí y ahora? Para cada reto o problema que se nos presente, tenemos virtudes que podemos desarrollar para superarlo. Ante las provocaciones de otros, descubriremos que somos fieles a nuestra manera de ser. Ante el dolor, físico o emocional, descubriremos que somos fuertes y resilientes. Ante el miedo, descubriremos la confianza que llevamos dentro. Que cada reto o problema sea una oportunidad para demostrar coraje, o justicia, o humanidad, o templanza, o buen juicio, o vinculación con quienes nos rodean.
Hablemos sin juzgarnos. Tenemos la tendencia a juzgar primero, y pensar después. Ante una situación difícil, ante un conflicto, ante una crisis, tendemos a juzgar el comportamiento de los demás en términos negativos. Nos cuesta más entender lo que lleva a la otra persona a decir o hacer lo que ha dicho o hecho. Podemos evitar empeorar cualquier situación difícil, si en lugar de juzgar, tratamos de ponernos en el lugar de la otra persona, y entender qué le ha llevado a esa situación, tratar de entender cómo se siente, y demostrarle esa comprensión.
Lo que es bueno. Tengamos presente siempre lo que es bueno para nosotros: usar la razón para mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con quienes nos rodean. Podemos estar bien con nosotros mismos, y como consecuencia, con los demás, en cualquier situación y circunstancia. Siempre, sin excepción, lo más importante, la mejor opción, y la primera prioridad, es cuidarnos de nuestro propio bienestar.
Cuánto más practiquemos estos ejercicios, más probable es que se conviertan en buenos hábitos. En hábitos que nos ayudarán a ser la persona que queremos ser ahora, una persona de la cual podremos estar orgullosos cuando, en el futuro, miremos atrás y recordemos estos momentos y cómo los afrontamos. Pero, además, si ejercitamos estos hábitos mientras dure el confinamiento, cuando poco a poco volvamos a la normalidad, evitaremos frustrarnos tanto con aquello que no podemos remediar, demostraremos más amor y aprecio a quienes nos rodean mientras los tenemos con nosotros, antepondremos nuestro bienestar y autoestima a todo lo demás, reaccionaremos ante los problemas o imprevistos demostrando una virtud, juzgaremos menos a los demás y seamos más comprensivos con ellos, y no olvidaremos tanto lo que es verdaderamente importante: encontrar la manera de estar bien, y de ser uno mismo, en cualquier situación o circunstancia.
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«El miedo es la principal fuente de la superstición, y una de las principales fuentes de crueldad. Conquistar el miedo es el principio de la sabiduría»
Bertrand Russell
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