
11 Jul LÍMITES, FRUSTRACIÓN Y AUTOESTIMA
Estamos en un momento cultural que confunde la cantidad con la calidad, el más con el mejor. Los límites son cada vez más difusos y confusos y en la época de la superación, el desarrollo personal, el culto al cuerpo y la imagen, se glorifica el abandono y la dejadez como si fueran el remedio al estrés. Son tiempos paradójicos.
Seguramente nunca hemos acumulado tanto y posiblemente jamás nos hemos sentido tan vacíos y tan torpes con el manejo de nuestra felicidad. Somos muy sensibles y reactivos a la frustración, nos hemos vuelto cada vez más intolerantes, complacientes, despóticos e infantiles. Y estos tiempos vertiginosos de respuesta rápida, nos llevan a buscar la satisfacción inmediata y cuando no la conseguimos, nos irritamos, entristecemos o perdemos el control. Lo fácil e inmediato son criterios con lo que tomamos muchas decisiones importantes, nos autoengañamos y regateamos con nuestro inconsciente para evitar el esfuerzo y cumplir con la disciplina. La distracción y la dispersión están envenenando la pasión por vivir, el valor por ser nosotros mismos y el principio de realidad.
Los medios de comunicación nos mantienen sobreinformados al instante, alejándonos de nuestra cotidianidad y lo verdaderamente relevante, alternando desastres con frivolidades de salón, abusos e injusticias con ofertas de un lujo asequible para todos los bolsillos. Esta mezcla esquizofrenógena de infierno y disneylandia, amalgama el placer con el dolor, nos confunde y conduce en soledad a una mal disimulada angustia que tratamos de ocultar tras una sonrisa perfecta. Y el vacío crece y nos lleva a intuir la inutilidad de nuestra existencia que tratamos de ocultar tras el maquillaje de la apariencia superficial y el consumo inmediato. Pero es en el silencio y la obscuridad de la noche cuando nos encontramos con nuestros fantasmas y nos impiden conciliar el suelo sin entender la razón. Vivimos una vida que no aceptamos, a la que nos hemos resignado como niños que juegan a la gallina ciega al borde del abismo. Y es fácil que como el capitán de Titanic optemos por irnos a dormir, para no afrontar la realidad.
Soñamos con una zona de confort sin límites, una especie de país de “Nunca jamás”, con aventuras sin riesgo con las que conjurar el día a día, con dinero fácil a cualquier precio, con el tiempo eterno y una felicidad opiácea donde la frustración quede desterrada para siempre.
Al final la realidad siempre se impone.
En última instancia la realidad decide eso que hemos estando postergando o evitando mirar de frente. Y cuando la realidad decide siempre lo hace sin delicadeza ni contemplaciones. Es rotunda e incuestionable, de un mamporro nos saca de la edulcorada zona de confort, nos coloca dentro de límites y nos enseña que aceptar y superar la frustración es la entrada a la madurez.
Identifica tus límites, aprende a respetarlos y compréndelos, solo así podrás superarlos como adulto. No hay atajos, ni puertas traseras. Dentro de los límites se construye la seguridad personal, la confianza y la autoestima. Los límites nos configuran, definen y nos otorgan identidad. Muchos trastornos de personalidad se crean por la falta de límites y por la falta de recursos para manejar la frustración.
Trabaja con la aceptación y la disciplina solo con ellas podrás hacer uso de tu verdadero poder, el poder para construir tu vida dentro de la realidad. Lo que llamamos frustración es en realidad falta de aceptación, inmadurez y resistencia al cambio. El manejo de límites y el entrenamiento es frustración son cosas que se pueden aprender. Enseña a tus hijos la importancia de la disciplina, respeto a las normas, principio de realidad, a postergar la recompensa y tolerar la frustración. Es una base sólida para trabajar una felicidad auténtica y no solo la satisfacción del placer.
Sorry, the comment form is closed at this time.