MEDITACIÓN PARA VOLVER AL MOMENTO PRESENTE

Tendemos a estar dispersos, a saltar de un pensamiento a otro, a no estar presentes en aquello que hacemos, nos cuesta mantener la concentración y la conciencia y nuestra atención vuela sin rumbo fijo de una cuestión a otra. Ese es el caldo de cultivo de la ansiedad, el estrés y el desasosiego. Es también la mejor manera de perder el tiempo, y como lo que la llamamos vida, al final es tiempo, esta forma de vivir se convierte en una especie de suicido lento e inconsciente.

Pero siempre es posible volver a conectar con la parte material de nuestra existencia, y volver a sentir nuestra conexión con el presente y con el entorno que habitamos en ese momento. Y para lograrlo nuestro cuerpo y en concreto nuestros órganos de los sentidos son nuestros mejores aliados.

Por eso, en cuanto notes los primeros síntomas, es el momento de decirte en tu pensamiento “aquí”, fuerte y firme. Y redirigir tu atención al momento presente. Empieza por ser consciente en ese mismo momento de tu respiración y regúlala.

Toma conciencia de la postura que adoptas. Observa si tienes algún tipo de tensión en tu cuerpo y aflójala. Date cuenta de tu temperatura corporal y fíjate que partes de tu cuerpo están más calientes y cuales más frías. Aprecia si te aprieta algo, puede ser el cinturón, los zapatos, algún botón… y aflójalo. Se consciente del espacio que tu cuerpo ocupa en el espacio en el que ya te encuentras. Y mientras lo haces repítete “aquí”. Da lo mismo que estés en casa, caminando por la calle, en la cama, conduciendo o en una reunión. Porque siempre es posible volver al momento presente.

Aprecia los sonidos que hay a tu alrededor. Primero los más próximos y observa los ruidos y matices de tu entorno cercano, procura fijarte en todo lo que tu oído sea capaz de detectar. También escucha los más lejanos. Y trata de comprobar hasta donde llega tu oído, qué eres capaz de detectar en la distancia, pon tu atención y concéntrate en escuchar aun más lejos. Y por último escucha tus propios sonidos. Tu respiración, tus intestinos, tu pulso. Identifica como es el sonido de tú tranquilidad. Concéntrate en sentirla y aprecia como suena. Si es posible entra en el silencio y deja que te llene por dentro, deja que el silencio lo limpie todo y mientras lo hace trata de escuchar más allá del propio silencio. Y repítete “aquí” ,“estás aquí”.

Mira a tu alrededor. Observa los objetos que te rodean, se consciente de dónde estás y qué colores y formas hay. Elije un objeto y concéntrate en él. Puede ser algo pequeño del tamaño de una moneda o un anillo o algo grande como un edificio, también puede ser una fotografía o un video, eso no importa. Lo importante es que concentres tu atención en él, que aprecies los detalles, que lo sientas con tu mirada como si fueras invidente y lo recorrieras con la yema de los dedos. En este ejercicio el ojo sustituye al tacto. Da un paso más y busca la belleza que alberga. Siempre es posible encontrarla porque te darás cuenta que la belleza es algo que depende de ti y eres tú quien la deposita en aquello que observas. Aprecia como te hace sentir descubrir la belleza y mantén la atención en ese sentimiento. Date cuenta como te cambia la energía interna y mental y repítete que “estás aquí, que eres libre, que lo estás haciendo bien, que estás cambiando y que tu vida es más plena en este mismo momento”.

Ahora, si es posible, cierra los ojos y pon la atención en tu olfato. Suele ser el sentido que tenemos menos entrenado por lo que te va a exigir un mayor grado de concentración. Trata de apreciar los olores que hay en el aire. Solo son matices, trata de buscarlos. Por pequeños que sean fija tu atención en ellos. Ahora huele tus manos y observa su olor. Huele tu ropa, toma conciencia de la diferencia de olor. No juzgues si es agradable o desagradable, simplemente aprecia las sutiles diferencias. Cuando lo haces amplías tu conciencia, te colocas “aquí”, en este mismo instante y habitas tu momento presente.

Cuando practicas este tipo de meditación recuperas el poder de tu atención y tu conciencia y entonces, en estos momentos, vuelves a vivir de verdad.

FRASE: ”Para reducir lo infinito a lo finito, lo inasequible a lo humanamente real, no hay más camino que la concentración” Théophile Gautier

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