
05 Abr El impacto psicológico del coronavirus
La pandemia del coronavirus está suponiendo un impacto tremendo en nuestras vidas. El miedo inicial se ha convertido en pánico global, pero minusvaloramos nuestra capacidad de adaptarnos y de superar situaciones graves. Pasamos de ignorar estos acontecimientos traumáticos antes de que ocurran a sobreestimarlos cuando ya están ocurriendo. Una vez más, necesitamos templanza y equilibrio para evitar quedar traumatizados durante mucho tiempo.
El confinamiento físico es una medida eficaz para evitar más contagios, el confinamiento psicológico una vez superada la emergencia sería un síntoma de padecer un trauma. Como tantas otras veces a lo largo de nuestra historia como especie vamos a luchar, adaptarnos y continuar.
La crisis del Coronavirus ha superado nuestra capacidad de comprensión y asimilación psicológica. Está generando gran confusión mental, por lo que en el momento que más necesitamos una explicación, solo tenemos descripciones e interpretaciones. Como a nuestro cerebro esto no le es suficiente, genera ansiedad constante. Tenemos prisa por encontrar una causa y sobre todo una solución. Aparecen los rumores, los vendehumos, las cabezas de turco y la superstición. Y también uno de los peores enemigos de nuestra estabilidad emocional: el sensacionalismo. Nos sentimos bombardeados con noticias de todo tipo, que no pasan un mínimo filtro de utilidad y veracidad, y nos provocan una adicción morbosa a querer saber más. En estas situaciones es fácil que caigamos en la infoxicación: intoxicación mental por exceso de información. En estos momentos nos es útil ponernos a dieta informativa: información de calidad contrastada, alejada de morbosidad, emitida por quienes realmente saben de lo que hablan y tomada en pequeñas dosis diarias.
Como ocurrió con tantos otros “cisnes negros”, lo que está ocurriendo en esta pandemia suele ser predecible después de que haya ocurrido, analizándolo por el retrovisor, y solo en esta tramposa predicción a posteriori parecía un hecho obvio. Qué difícil es detectar la causa a priori cuando puede tener muchas causas posibles. Nos gustaría domesticar la incertidumbre de la vida, cuando dicha incertidumbre genera catástrofes, pero el mundo es más complicado de lo que creemos. Es más aleatorio de lo que nos gustaría cuando el azar nos golpea en lugar de premiarnos. Nuestra resiliencia se pone a prueba en momentos como éste, donde hay poca preparación y se hace camino al andar. No subestimemos las herramientas psicológicas de que disponemos para emergencias como ésta pues se han demostrado efectivas en el pasado: amor, humor y esperanza.
«A menudo el temor de un mal nos lleva a caer en otro peor»
Nicolas Boileau
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