
18 Abr AUTOESTIMA PLANETARIA
La evolución de la Autoestima pasa por diferentes fases. En la primera fase la persona necesita poner toda su atención y la mayor parte de su energía en ella misma. Suele ser la fase de la urgencia, donde se ha olvidado durante tanto tiempo de sí misma, que suele vivir una vida de abandono, distracción o destrucción, que no reconoce como suya, aunque sea una vida adaptada social o profesionalmente. Es habitual que la persona empiece este giro hacia ella misma después de algún tipo de crisis, tras alguna enfermedad, después de una separación o tras alguna catástrofe profesional.
Durante la segunda fase de la Autoestima y una vez que la persona empieza a salir de lo urgente y a resolver sus crisis, comienza el verdadero trabajo de fondo. Empezar a cambiar creencias, reacciones emocionales, paradigmas, hábitos de conducta, actividades, prioridades y relaciones personales. Es el momento de la coherencia y la responsabilidad. En esta fase se produce el cambio importante y estable. Muchas personas no llegan a desarrollar esta segunda fase, porque entienden que una vez resuelta la crisis que les llevo a buscarse a sí mismos ya está el tema zanjado. En realidad no hay nada zanjado, eso solo es cambiar para seguir igual. Pero como lo que no se aprende con la experiencia que se vive se repite, en algún momento volverán a crear otra crisis para darse a sí mismos otra oportunidad de aprendizaje y cambio real.
Existe a una tercera fase, en la que una vez he resuelto mi crisis y realmente he realizado un cambio profundo y vivo mi vida con coherencia, amor y responsabilidad, necesito dar un paso más. Necesito un entorno sano y feliz. De la misma forma que es imposible estar limpio en un sitio lleno de suciedad, tampoco es posible ser realmente feliz en un mundo de destrucción, desgracias, dolor y codicia. Este tercer nivel busca expandir la autoestima y el bienestar compartido más allá de la propia piel. Y eso abarca desde los más próximos hasta los últimos confines del planeta.
Este tercer nivel es importante, en realidad es muy importante, porque según algunos autores la humanidad, con nuestro crecimiento sin límites y el desarrollo a cualquier precio, es algo así como el cáncer del planeta. Parece ser que hemos olvidado lo que olvida toda célula cancerosa, que sin organismo soporte no hay continuidad de vida.
Tener autoestima es mucho más que mirarme el ombligo, sonreírme en el espejo y decirme frases positivas. El amor real empieza en mí, pero va más allá de mí. Lo mejor que podemos hacer por las personas que amamos es ser felices y querernos. Lo mejor que podemos hacer por el planeta que habitamos es ser felices y querernos. Porque cuando nos queremos de verdad cuidamos de nosotros y por extensión de todo aquello con lo que nos relacionamos: la casa en la que vives, las cosas que utilizas, ti ciudad, ti país y el planeta. Y por supuesto cada uno de los seres vivos con los que me cruzo. El amor adulto es empático y nos lleva a amar la vida sin excepciones. La autoestima es la relación con uno mismo, pero va más lejos porque todo está interconectado y lo que hago aquí, tiene repercusiones a 5.000 km de distancia, y lo que siembro hoy es lo que recogeré mañana. Y eso afecta a cómo vivo, en qué gasto mi dinero, qué trabajo realizo, cómo utilizo el agua o qué como.
En la actualidad ya somos más de 7.000 millones de personas en el planeta y cuanto menos nos amamos más lo destruiremos. Al final de este siglo seremos más de 10.000 millones, tal vez aun estemos a tiempo para amar de verdad, con coherencia y responsabilidad la tierra que habitamos. Podemos empezar desde este mismo momento.
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